16/4/11

Todo son placebos






Todo son placebos, lo importante es no darse cuenta.

Allí, bajo el aguacero de un semidiós cabreado, me dibujó un corazón sin esperar una respuesta, mientras el olor de tierra vestida de rocío en las mañanas de invierno, lograba sedar el enloquecimiento de tanto cuerdo elegante con camisa planchada de fuerzas a la espera de perchero.

Yo seguía mirando sin querer tocar a estrellas sin cielo, estrellas sujetadas por halagos vacios bañados en caramelo.

Yo quería ser astronauta, perderme en el espacio, pero nunca salí del cuarto, aunque algo me dice que llegué mucho más lejos.

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