16/4/11

Cazador cazado






Estábamos dejándonos guiar por los pasos tranquilos de los que saben que solo andan para disfrutar, de los que se dejan aconsejar por el viento, de los que se pierden en el mirar del vuelo de un gorrión, cuando por enésima vez me dio por sacar la cámara con esa estúpida manía que tengo de robar paisajes, sentimientos, momentos, sensaciones, para luego soltarlos en nuestra casa y así empapelarla a base recuerdos. Pero ese día, este cazador de paisajes se convertiría en el cazador cazado. Todo ocurrió muy rápido, mientras apuntaba sin piedad por el objetivo, ya me di cuenta de que algo raro estaba sucediendo, algo fallaba, me notaba como observado, era un sensación extraña, nunca antes me había sucedido nada parecido. una vez ACABÉ de disparar, esa sensación parecía desaparecer poco a poco, pero en realidad era el principio de mi final. Seguimos paseando hasta que oscureció del todo y nos volvimos a casa a eso de las ocho, más o menos. Una vez en casa me dispuse a ver uno a uno todos mis trofeos, me senté frente al ordenador, introduje la tarjeta en su interior y esperé hasta que se cargaron todas las fotografía. pasados unos segundos, mi ansiedad por ver todo aquel trabajo me facilitó el valor para que mi dedo índice pulsara el botón izquierdo del ratón y comenzara la presentación de aquella tarde de otoño. Todo transcurría con normalidad hasta que llego el momento, ese momento en el que el cazador fue cazado, ahora entendía esa sensación, ahora lo entendía todo...

... la tarde me estuvo observando todo el tiempo, el sol me apuntó fríamente mientras el crepúsculo cargaba el arma, el viento apretó el gatillo y los últimos instantes de luz de aquel atardecer me inmortalizaron para siempre en el mismo paisaje donde yo tantas veces había inmortalizado a todos ellos. Esta vez el cazado fui yo.

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