16/4/11

Volver






Volver aunque solo sea una semana, unos días, unas horas,
volver para escuchar el silencio que da la inmensidad de los paisajes,
volver para que todo ese verde se tatué de nuevo en mi mente.

¿Tan difícil es ahuyentar presentes?
Rompería mi voz si supiera que con ello me ibas a escuchar.

Todo son placebos






Todo son placebos, lo importante es no darse cuenta.

Allí, bajo el aguacero de un semidiós cabreado, me dibujó un corazón sin esperar una respuesta, mientras el olor de tierra vestida de rocío en las mañanas de invierno, lograba sedar el enloquecimiento de tanto cuerdo elegante con camisa planchada de fuerzas a la espera de perchero.

Yo seguía mirando sin querer tocar a estrellas sin cielo, estrellas sujetadas por halagos vacios bañados en caramelo.

Yo quería ser astronauta, perderme en el espacio, pero nunca salí del cuarto, aunque algo me dice que llegué mucho más lejos.

Todo el dolor






En el momento de la locura
todos intentan apartarse,
¿miedo a que salpique?
¿o miedo a ser reconocido?

Y nos acercamos a la belleza
sin saber todo el dolor
que puede tener detrás,
sin saber que a veces
solo conseguiremos mirar al cielo.

Tejiendo el cielo






Un día me sorprendí tejiendo el cielo
cuando la tarde flaqueaba en mi cabeza,
una caravana eterna no podía disfrazar
ese hermoso olor a paisaje Californiano,
el sol ahogándose y las siluetas de las palmeras
no hicieron más que darme la razón.

Silencioso






Silencioso,
como un espejo antes de romperse,
vergonzoso, temeroso,
dibujas tu vida,
como se dibuja en el agua
el caminar de palomas sedientas,
irregular e impredecible.

Siete sueños






De lejos todos los puentes parecen torcidos,
Kilómetros de vías marcan el camino,
al parecer las piedras fijan mejor el riel,
somos siete perros en busca de flores,
tan solo siete sueños en un cubo de basura,
ansiosos por no despertar sin acabar.

Pintar paisajes






Jugaban A pintar paisajes,
lienzos violados y estampados,
pinceles huérfanos amputados.

Texturas olvidadas nunca encontradas.

Ahora cansados, desilusionados,
pintan autorretratos por los mercados,
ahora tan solo dibujan sombras, casas y cielos
con letras y a lápiz, sentados en el suelo.

Perdimos






Perdimos el sonido del viento y las veletas,
las manillas del reloj se anudaron pidiendo perdón,
perdimos la cesta de mimbre cargada de setas.

Perdimos el color de las vidrieras empolvadas,
los balcones engalanados anuncian que la fiesta acabó,
perdimos esa batalla que nunca fue declarada.

Perdimos ese olor añejo y las sotanas descosidas,
las pinzas de la ropa se quedaron colgando recuerdos,
perdimos el sabor de las tertulias y sus heridas.

Para mí






Para mí, un atardecer roto a puñetazos por cientos de nubes,
es un bonito atardecer,

para mí, devorar la vida lo más rápido y lo más lento posible,
es una forma de sentir,

para mí, viajar sabiendo la parada y perderse en los viajes,
es el único modo de salir,

para mí, saltar sus vallas hasta poder llegar a besar el sol,
es mi manera de no acabar.

Laberinto






Corre con una bolsa en las manos llena de peces de colores,
las lágrimas las seca el viento mientras las pompas vuelan,
los sofás estampados dejaron de verse hace ya algún tiempo,
geranios que se guardan algún pétalo bajo la manga.
el sol parece estar mirando desde el mismo sitio que miraba,
la siesta, alguna campana distraída, un par de cañas, piropos,
revoluciones asépticas, descafeinados, suspiros, Árboles perdidos,
la fuente que nunca se cansa, el calor que busca conversación
y ese maniático laberinto de cebra que todos miramos al pisar,
que no es más que una enorme alfombra para hormigas con prisa.

Hoy es algo más






Es sucio, bastardo y rabioso,
aunque algunos lo disfracen de etiqueta
y otros le echen colonia y lo pinten de colores,
se contenta con romper lo establecido,
denunciar las verdades absolutas,
gritar hasta que los sordos escuchen.

Llega a doler, siempre hurgando en heridas,
deseando desempolvar lo que otros enterraron,
mostrando las vergüenzas de los que no la tienen,
apagando las velas que quieren iluminar,
crucificando sin cruces toda su historia,
apaleando conciencias dormidas, sedadas.

Regala caricias, sexo, sudor, revolcones y pasión,
encadena sin cadenas amistades a golpes de corazón,
enamora como los versos del poeta que murió por ellos,
no juzga tras la primera mirada, ni la primera palabra,
se ahoga en cerveza, en whiskey, en todo aquello que se pueda nadar,
nos da la oportunidad de cambiarlo todo...

Hoy es algo más que un estilo,
algo más que una forma de vivir,
algo más que crear una atmósfera,
algo más que la droga que necesitamos.

Hoy es actitud, hoy es ROCK’N’ROLL.

Escondite






Llega un momento, un extraño momento donde solo hay preguntas,
el ego grita al oído, minutos perdidos que jamás volverán,
todo es una intensa niebla, el instinto duerme plácido,
la vida no es un tren con paradas, el camino se acaba,
y tu casa sigue allí por mucho que llueva, por mucho que duela.

¿Te acuerdas cuando jugábamos a pillar?
¿Te acuerdas que nunca ganabas?
He de reconocer que yo no jugaba,
que perdías porque jugabas sola,
y lo sé, así es muy difícil tocar y ganar.

El guiño






Y por una tarde volvimos al pasado,
al pantalón de pana, a los polos de diez pesetas,
a la pelota que siempre se encalaba,
al escondite que a nadie escondía,
a las canicas, las peonzas, a la cuerda,
al parque a la hora de merendar,
fue algo más que un guiño
fueron ganas de quedarse allí,
fueron ganas de no volver a ser mayor,
de vivir sin conocer la palabra error.

Duelo






Una sola avenida para andar,
yo en frente, indolente, como el que espera desenfundar,
es un duelo con algunos de mis miedos;
la dejadez del lugar, las casas desocupadas,
lo salvaje de la flora, el atropello de bancos semienterrados,
las torres de luz siempre tan altas y
esa farola con cuatro bombillas
que solo quiere iluminarme a mí,
que solo quiere amamantar mis miedos,
y tú y yo solos, solos aguantando el tedio.

Dolça






Callejeas por nuestra piel en busca de algo de calor,
cara de mala cuando pierdes el centro de atención,
melosa y descarada nos tanteas en busca de una mano,
para ti todos los días son soleados domingos por la mañana.

Descarriada






Es por la descarriada
que el rebaño aprende,
es la única capaz de ver
lo que cientos de ojos se pierden.

La apatía contagió la ceguera al redil.

A veces es la descarriada la primera en escapar
de las garras del merodeante zorro hambriento,
otras, la primera en sentir el calor de sus colmillos,
en sentir el calor de su propia sangre bañando su cuerpo.

Dejarse llevar






Dejarse llevar por la corriente
y saber que nos espera la inmensidad del mar,
desnudos, abrigados por la espuma, escupiendo la arena.

Dejarse llevar por la deriva
y saber que tú aceitaste la tabla en la que ahora floto,
cansado, desnutrido por la vida, arrancando las espinas.

Dejarse llevar por el delirio
y saber que existe un único final para tanto dolor,
desolado, masacrado por recuerdos, acariciando el gatillo.

Y si te digo que se acabaron las balas,
que para ti ya no quedan ni de fogueo,
sigue el camino y no te atrevas a adelantar el final.

De otra galaxia







Así llegaste tú, de otra galaxia,
con todo tu imperio de seducción,
con todo ese lado oscuro a la vista.

Eras un episodio nuevo de esperanza,
un contraataque ante tanto desconcierto,
el retorno del gélido arte del amor.

Desde entonces me robaste para siempre,
al tiempo el halcón se posó en mi cabeza
milenario y sabio no quiso marchar jamás.

De colores






Son los colores los que invitan a un buen día,
los que invitan a vivir por mal que nos parezca,
los que levantan mañanas condenadas al lamento,
los que apaciguan noches evocadas al tormento.

Y todos nosotros, que tanto hemos perdido ya,
recobramos el pulso esnifando colores a gramos,
volcando el espejo, cuarteando cada hora,
porque a veces no importa hacia dónde mirar.

Charcos que se ahogan






Charcos que se ahogan en serrín,
azulejos que decoran cenefas,
mares que templan la sed de los ríos,
manteles que aguantan mesas,
techos parquet de los que cuelgan alfombrillas,
postres, copa y café de primero
mal paridos deseando la sed de los que nunca tendrán agua.

Es como si alguien le hubiera dado una patada a este mundo
y se hubiera olvidado de él, mientras el odio lo anega todo.

Cazador cazado






Estábamos dejándonos guiar por los pasos tranquilos de los que saben que solo andan para disfrutar, de los que se dejan aconsejar por el viento, de los que se pierden en el mirar del vuelo de un gorrión, cuando por enésima vez me dio por sacar la cámara con esa estúpida manía que tengo de robar paisajes, sentimientos, momentos, sensaciones, para luego soltarlos en nuestra casa y así empapelarla a base recuerdos. Pero ese día, este cazador de paisajes se convertiría en el cazador cazado. Todo ocurrió muy rápido, mientras apuntaba sin piedad por el objetivo, ya me di cuenta de que algo raro estaba sucediendo, algo fallaba, me notaba como observado, era un sensación extraña, nunca antes me había sucedido nada parecido. una vez ACABÉ de disparar, esa sensación parecía desaparecer poco a poco, pero en realidad era el principio de mi final. Seguimos paseando hasta que oscureció del todo y nos volvimos a casa a eso de las ocho, más o menos. Una vez en casa me dispuse a ver uno a uno todos mis trofeos, me senté frente al ordenador, introduje la tarjeta en su interior y esperé hasta que se cargaron todas las fotografía. pasados unos segundos, mi ansiedad por ver todo aquel trabajo me facilitó el valor para que mi dedo índice pulsara el botón izquierdo del ratón y comenzara la presentación de aquella tarde de otoño. Todo transcurría con normalidad hasta que llego el momento, ese momento en el que el cazador fue cazado, ahora entendía esa sensación, ahora lo entendía todo...

... la tarde me estuvo observando todo el tiempo, el sol me apuntó fríamente mientras el crepúsculo cargaba el arma, el viento apretó el gatillo y los últimos instantes de luz de aquel atardecer me inmortalizaron para siempre en el mismo paisaje donde yo tantas veces había inmortalizado a todos ellos. Esta vez el cazado fui yo.

Azul oscuro casi negro






Todo tiene un fin y todos lo deberíamos saber,
algunos cogen atajos, otros atasco tras atasco,
los hay que se pierden por el camino,
también los que ni siquiera empiezan.

Todo tiene un fin y lo importante es tener claro
que tarde o temprano todo acabará como empezó,
es entonces y sólo entonces que has de hacerlo,
has de escribir, sin florituras, sólo es un final.

Si quieres podríamos empezarlo así:
Todo se vuelve azul oscuro casi negro,
las raíces se revelan y miran al cielo,
lo más profundo es lo último en marchar.

Anclado al suelo






El hombre del sombrero
siempre regala buenos días,
huele como a tiempo pasado
aunque nunca fabricó telarañas.

El hombre del sombrero
sonríe, escucha, deja pasar,
nunca espera ofrendas
el tan sólo suelta riendas.

El hombre del sombrero
anclado al suelo no tiene prisa,
los mira de cerca, aguanta su mirada
no les dice nada, aguanta su risa.

Al despertar






Aquí sigo intentando doblar cristales,
construyendo paredes de arena,
pellizcando baldosas en los portales.

El mantel a cuadros se disfraza de edredón,
la televisión tararea una hermosa nana,
el plato es almohada y la silla colchón.

Y al despertar, el fracaso me susurra al oído
y al despertar, el oxigeno enferma y escasea
y al despertar, es imposible ganarle al olvido.

Es imposible comprender cómo sigue viva,
cómo sigue en pie después de tanto entierro,
cómo renace después de haber sido devorada
¿Es imposible matar una sonrisa?